(El Traje Milagroso en el Klub Lávka de Praga. Dirección: E. Lucena)
El “Capitán Matasiete”, no es capaz de ver el traje invisible que le muestra una moza, que cansada de sus bravuconadas, le convence de que ese traje sólo lo pueden ver los hombres muy machos. “El entremés del traje milagroso”, forma parte de una obra más amplia,
titulada “Teatrillos di versos”.
Disfruté mucho escribiendo estos textos, porque era como jugar. Jugar con las palabras, con los versos y con
las situaciones. Dibujar y colorear
personajes a los que luego colocaba en divertidos enredos. En este entremés, en concreto, quería jugar con varios elementos. Por un lado, me apetecía, divertirme con un
personaje clásico de la “comedia del arte”: el capitán español, ese fanfarrón,
vacío e hilarante, que tanto juego da en escena. Y por otro lado, quería colocar este
muñequito, en un contexto argumental conectado con el “Retablo de las Maravillas” de Cervantes o
el “Traje nuevo del Emperador” de Andersen.
Pero, en fin, además de diversión, quería dotar a mi juguete de un
mecanismo, de un contenido y de una utilidad.
En definitiva de un discurso crítico con el machismo y el militarismo, y
que invite a la tolerancia. ¿Jugamos?
Moza.-
Capitán, vamos, dejadme
que
soy yo mujer honesta.
Capitán
Matasiete.- Es que acaso os molesta
la
compañía del más grande
y
más valiente de todos
cuantos
de hembra han nacido.
Moza.-
Señor cuidad vuestros modos
que
os encuentro, algo atrevido.
Capitán.-
Pero, ¿sabes con quién hablas?
Moza.-
Con el Capitán Matasiete.
Capitán.-
Escuchadme un periquete,
algunas
de mis hazañas.
Moza.-
Mas, sin tocarme el culete.
Capitán.-
Alto, niña, que me arañas,
y
has de saber, que en “Españas”
desde
el Cid el Campeador
no
hubo otro mejor,
más
machote y más galán,
que
Matasiete el Capitán.
Yo,
niña, maté a un millón
tan
solo de un coscorrón,
conquisté
países lejanos
teniendo
atadas las manos
únicamente
soplando.
Moza.-
¿No estará, usted, exagerando?
Capitán.-
Sin daños colaterales
bombardeé
mil ciudades,
tirando
contra ellos, mocos,
conseguí
volverlos locos.
Y
una noche, escuchad...
Moza.-
Es que tengo que marchar.
Capitán.-
Estaba bebiendo una copa,
y
me quise, yo, apostar,
cuando
África y Europa,
estaban
aún juntadas,
que
podría yo formar
un
Estrecho en Gibraltar,
y
con dos o tres patadas,
haciéndole
un paso al mar,
dejé
ambas separadas.
Moza.-
¿Formasteis vos el estrecho?
Capitán.-
Es que, verás, me aburría.
Moza.-
He de marchar, es un hecho,
si
pudiera, quedaría,
para
escuchar más batallas.
Capitán.-(Pulpo)
Espérate, no te vayas,
quédate
para probar
el
amor de un militar.
¿A
dónde vas con tanta prisa?
Moza.-
(Abofeteándole) Es que soy algo insumisa.
Capitán.-
¿Insumisión? A prisión.
Moza.-
Esperad, no os enfadéis,
que
aunque yo sea desertora
y
enemiga de las guerras,
vuestra
fuerza me enamora,
y
sois tan machote y tan guapo
y
tenéis la espada tan tiesa,
que
os prometo, que en un rato,
volveré,
y con sorpresa.
Capitán.-
Os espero, guapetona.
(Vase
la moza)
Capitán.-
Y aunque sea pacifista
he
de apuntarla en mi lista,
de
conquistas facilonas.
Capitán.-
Soy, tan ardiente guerrero,
que
me aburro, sin batalla,
¿que
veo en este agujero?
Matasiete,
espera, calla.
Esta
singular hormiga,
puede
servir de enemiga.
¡Eh,
tú, hormiga, para,
que
llegó tu última hora!
No
me pongas esa cara,
tranquila,
que era una broma.
(Disimula,
y de pronto desenvaina)
Capitán.-
Lo de broma, era un engaño,
te
voy a descuartizar.
Capitán.-
(Recibiendo un pisotón) No seas bestia, me haces daño,
escucha,
no vale pisar.
Capitán.-
(Recibiendo un golpe) No vale pegar tan
fuerte.
Capitán.-
(Cayendo al suelo) Ay, ni hacer la
zancadilla.
Capitán.-
(Gateando en retirada) Voy a encontrar la muerte
en
manos de esta hormiguilla.
Capitán.-
(Suplicante, ante el insecto) Me rindo ante vos, señora
tened,
conmigo, piedad.
(Vuelve
la moza, que pisa la hormiga, y el Capitán, azorado, se incorpora y disimula)
Moza.-
Ha llegado, ya, la hora,
de
vuestro regalo, tomad.
Capitán.-
Mientras estaba aguardando,
me
entretuve batallando...
(La
moza lleva una percha en la mano)
Moza.-
¿Queréis ver lo que os traje?
Capitán.-
Sí.
Moza.-
Un traje, señor, os traje,
mas,
un traje, especial.
Capitán.-
¿No es un traje normal?
Moza.-
Es un traje milagroso.
Capitán.-
Contadme lo prodigioso.
Moza.-
Su tela tiene poderes,
y
podrán verlo: muchachos,
viejos,
también mujeres,
y
los machos que son machos,
pero
no lo podrán ver
los
varones que, por dentro,
sean
en realidad: mujer.
Capitán.-
¿Los que llaman, mariquitas?
Moza.-
Señor, tened respeto,
son
personas como vos.
Capitán.-
Enséñame el traje completo,
que
a macho, nadie me gana.
Moza.-
Pues, lo haré de buena gana,
¿qué
os parece mi señor?
(La
moza le muestra la percha vacía que lleva consigo)
Capitán.-
Estoy esperando a verlo.
Moza.-
Decidme vuestra opinión.
Capitán.-
Mostrádmelo, y sabré hacerlo.
Moza.-
Señor, lo tenéis delante.
¿Lo
veis?
Capitán.-
Regular.
Moza.-
Tunante,
está
ante vuestras narices.
Capitán.-
¿Es cierto eso que dices?
Moza.-
¿Acaso, señor, no lo veis?
Vamos,
no disimuléis.
Capitán.-
Lo veo.
Moza.-
Qué divertido,
decidme,
el tejido, ¿os gusta?
Capitán.-
Me parece adecuado.
Moza.-
¿Y el color?
Capitán.-
Anaranjado.
Moza.-
Es negro.
Capitán.-
Negro o naranja,
son colores parecidos.
Moza.-
¿No os lo vais a probar?
Desnudaos,
que no miro.
Capitán.-
Así haré.
Moza.-
No olvidéis, los botones abrochar.
Capitán.-
¿Botones?
Moza.-
¿No los veis?
Capitán.-
Claro.
Moza.-
¿Cuántos son?
Capitán.-
Por lo menos veintiséis.
Moza.-
Cinco son.
Capitán.-
Me equivoqué por muy poco.
¿Cómo
me queda?
(El
Capitán viste solo su ropa interior, ridícula y jocosa)
Moza.-
¿Estáis loco?
Ay,
Dios mío, qué risa,
poneos
bien, la camisa,
que
la tenéis del revés.
Capitán.-
Habrá sido, por la prisa.
Moza.-
Sólo os falta, ya, el sombrero.
Capitán.-
¿Cuál?
Moza.-
El que tengo aquí en la mano.
Capitán.-
Ya.
Moza.-
Cogedlo vos, si queréis.
Capitán.-
Voy.
Moza.-
En la otra mano,
¿es
que acaso no lo veis?
¿No
os habréis vuelto...?
Capitán.-
Señora, os ordeno que calléis,
soy
el más macho de España.
Moza.-
Pues ésta, que aquí os acompaña,
se
marcha, y en fin, ya sabéis,
si
encontráis al caminar,
a
quien no vea vuestro traje,
dadle
vos este mensaje:
que
no se ha de preocupar,
cada
uno es como nace,
y
hay que aprender a aceptar,
los
deseos que uno tenga,
y
me marcho, así que venga,
vuestro
traje disfrutad.
(Vase
la moza)
Capitán.-
Habló de forma muy sabia,
y
me gustó lo que dijo,
pero,
ahora que me fijo,
esto
me da mucha rabia,
porque,
ante todo, atención,
yo
soy un macho, un varón.
Pero,
entonces, ¿porque no soy
capaz
de ver este traje?
Debe
ser, por un ultraje,
del
destino o un accidente,
pero,
¿y si realmente,
me
gustasen, ay, los hombres?
Y
en vez de ser tan macho,
resulta
que soy diferente.
Qué
terrible situación,
pero,
en vez de torturarme,
creo
que debo aceptarme:
seguiré
mi condición,
y
a partir de este día,
no
buscaré más mujeres;
a
los hombres guapetones,
les
haré proposiciones,
y
quizás podré lograr,
el
amor de un guapo mozo,
y
me podré, hasta, casar,
por
la iglesia, con mi esposo,
y
cuando estemos a solas...
(Entra
en escena otro bravo militar)
Capitán.-
¡El Coronel Trespistolas!
Coronel
Trespistolas.- Humm.
Capitán.-
(Cuadrándose) Señor.
Coronel
Trespistolas..- ¿Qué es esto?
Capitán.-
¿A qué os referís?
Coronel
Trespistolas.- A encontraros así,
de
esta guisa y sin vestir.
Capitán.-
¿Sin vestir,
es
que acaso mi traje,
no
podéis distinguir?
Coronel
Trespistolas.- ¿Qué traje?
Capitán.-
Mi traje,
este
negro anaranjado,
con
cinco botones y encaje,
que
a mí me han regalado.
Coronel
Trespistolas.- ¿Os burláis de mi?
Capitán.-
¿Y tampoco veis el sombrero?
Coronel
Trespistolas.- ¿Qué sombrero?
Capitán.-
El que llevo ahora puesto.
Coronel
Trespistolas.- Es muy raro todo esto,
yo
no veo lo que decís.
Capitán.-
Entonces, por consiguiente,
sois
como yo, diferente,
y
os ha enviado el cielo,
para
que me deis consuelo.
Coronel
Trespistolas.- ¿Que diablos?
Capitán.-
Seremos los dos esposos,
y
viviremos dichosos.
Coronel
Trespistolas.- ¿Estáis loco?
Capitán.-
De pasión.
Coronel
Trespistolas.- ¿Queréis casar conmigo?
Capitán.-
Así es.
Coronel
Trespistolas.- Sin antes tener noviazgo.
Capitán.-
Yo es que soy muy impulsivo.
Coronel
Trespistolas.- Y yo muy tradicional.
Y
si me queréis de verdad,
demostrádmelo
pidiendo
mi
mano, y ya iremos viendo...
Capitán.-
Nuestro amor florecerá.
Todos.-
Y aquí se ha acabado
de
este modo amoroso
la
farsa, que hemos llamado:
la
de “El Traje Milagroso”.
(El Capitán Matasiete en "Esconded las Gallinas Que Vienen los Cómicos" de Teatro La Paca)
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