domingo, 4 de mayo de 2014

UN FINAL FELIZ. Texto para jóvenes incluido en el libro "El tamaño no importa" editado por la Asociación de Autores de Teatro.

PÉREZ. Jefe.

JEFE. Pérez, he leído tu informe.  Es muy completo.

PÉREZ.  Este caso me ha tocado la vena sensible.

JEFE.  Eso está bien, pero eres un profesional y no debes dejarte arrastrar por los sentimientos.

PÉREZ.  Sé lo que dices, pero a veces es difícil no implicarse. 

JEFE.  Lo importante es ganar, ya sabes.

PÉREZ.   Claro, yo aspiro a ser un ganador, y por eso  me esfuerzo en que triunfe la justicia.

JEFE.   ¿Justicia?   Vamos Pérez, no eres un licenciado recién salido de la facultad.

PÉREZ.   ¿Perdón?

JEFE.  El caso de esta mujer es lamentable.  Pero créeme, si esto le hubiera ocurrido en  su país, en África, nadie habría movido un dedo por ella.  Además, es una inmigrante ilegal.

PÉREZ.  Eso no es relevante.  Lo importante es que ha sufrido una violación.

JEFE.  ¿Estás seguro?   Estas mujeres africanas no son como las europeas, son muy ardientes…

PÉREZ.   Pero, ¿de qué me hablas?  Acabas de leer el informe médico.  Y mira las fotos.  Tiene heridas por todo el cuerpo.

JEFE.  Esa gente se autolesiona.   O puede que sea masoquista.  Yo conozco... bueno un amigo mío... conoce a una prostituta negra que...

PÉREZ.   Esta mujer no es prostituta.

JEFE.  ¿Ah no?  Creía que era africana.  Y pobre.

PÉREZ.     Además estaba embarazada de seis meses.

JEFE.  Tirarse a una embarazada.  Ese tipo merece que le indemnicen a él.

PÉREZ.  No bromees con estas cosas.

JEFE.  Vamos, vamos, te lo estás tomando como algo personal.  Ya sabes que uno se tiene que distanciar de los casos, o si no agarras una depresión.

PÉREZ.  Ya sé.

JEFE.   Yo entiendo tu postura, eres un profesional íntegro, y eso está muy bien.  De hecho tienes muchas posibilidades para ascender en esta empresa.

PÉREZ.  ¿Yo?

JEFE.  Está sonando mucho tu nombre para sustituir a Ibáñez.   No lo comentes, ¿eh?

PÉREZ.  ¿De Coordinador General?  ¿Estás seguro?

JEFE.  Sólo falta la firma del consejo.  Y mi voto lo tienes.

PÉREZ.  No sé qué decir.  Me has dejado mudo.

JEFE.  Pero bueno, no nos perdamos, estábamos con el tema de la puta…  perdón, de la presunta prostituta de color.  El caso es que no te estaba gustando mi forma de enfocar el tema.

PÉREZ.   Lo que pasa es que mi ética…

JEFE.  Esa es la clave de todo, la ética, sin ella ¿qué seríamos?  ¿Animales?

PÉREZ.   ¿Qué?

JEFE.  Si cada uno hiciera lo que le viniese en gana, sería un caos.  Para eso existen la ley  y el derecho… y tenemos que hacer lo que mamá y papá digan.   Venga hombre, todos nos damos un homenaje de vez en cuando.  O tú no.

PÉREZ.   ¿A qué viene eso?

JEFE.   Has ido alguna vez de putas, ¿verdad?  Aunque seguramente tú habrás explotado sólo a trabajadoras del sexo españolas, nada de incurrir en complicidad con las redes de explotación sexual de inmigrantes.

PÉREZ.   ¿Qué disparates dices?

JEFE.  No te preocupes.  Soy un tipo comprensivo con las debilidades ajenas.  Y tú deberías saberlo, porque en todo este tiempo,  no le he soltado a tu mujer, lo tuyo con aquella chica  tan maja de nuestra sucursal en Barcelona, ¿cómo se llama?  ¿Sonia?

PÉREZ.   Silvia, pero solo somos amigos.

JEFE.   Con derecho a roce, ¿y qué pasa?  Es algo natural. Hay que montárselo con las tías estupendas, para eso están. ¿Verdad machote?

PÉREZ.  Yo no utilizo la violencia.

JEFE.  Pues deberías probar, tiene un morbazo.

PÉREZ.  Si el otro consiente, sí.  Pero...

JEFE.  Es broma, es broma.  Lo que pasa es que todos nos tomamos unas copas alguna que otra vez y, por ejemplo, conducimos el coche borrachos, ¿verdad campeón?

PÉREZ.  ¿Y eso a qué viene ahora?

JEFE.  Que para eso estamos.  Si a mi amigo le van a retirar el carnet de conducir y yo conozco a alguien de la policía: ni me lo pienso, actúo en consecuencia.  Sabes por dónde voy, ¿no?

PÉREZ.    Lo sé y te pagaré el favor algún día.

JEFE.  Sólo quiero que entiendas que a veces somos severos con los demás, y no nos damos cuenta de que todos cometemos imprudencias.

PÉREZ.  No tiene nada que ver.  Yo no he hecho daño a nadie.

JEFE.  Podías haber provocado una desgracia, haber atropellado a alguien.  Pero es lo que nos hace humanos: equivocarnos. ¿Entiendes ahora a este pobre hombre?  Se equivocó.  Bebió más de la cuenta y pensó que a la chica le gustaba que le dieran un par de azotes mientras follaban.

PÉREZ.  ¿A un traumatismo craneoencefálico y a una semana en coma le llamas unos azotes?  Además, es muy probable que el feto haya resultado dañado de un modo irreversible, mira, aquí tengo el resultado de una ecografía que…

JEFE.  (Tajante) Fue un accidente.

PÉREZ.  Te equivocas.  Tengo pruebas.  Testimonios de otras mujeres agredidas.  Ese tipo es un cabronazo muy peligroso.

JEFE.  ¿Tienes pruebas?, eso no me lo habías dicho.

PÉREZ.  Podemos meter a ese capullo en la cárcel.

JEFE.  Alto ahí.  No estamos hablando de un maltratador de barrio.  Este tío está forrado y tiene muchos contactos.

PÉREZ.  Pero las pruebas son determinantes.  Está acabado.

JEFE.  Te equivocas.  No puedes acabar con un tío tan importante.

PÉREZ. Sí puedo.  Será una publicidad estupenda para el bufete.

JEFE. No queremos ese tipo de publicidad.   Quiero que destruyas las pruebas.

PÉREZ.  ¿Estás de coña otra vez?

JEFE.  Ahora.  Destruye todo eso ahora.  Que yo lo vea.

PÉREZ.  Espera,  ¿qué está pasando?

JEFE.  Está pasando que trabajas para este bufete, y tu empresa quiere que actúes de una determinada manera.

PÉREZ.  Eh, para el carro.  Mi empresa no puede obligarme a destruir pruebas, eso es ilegal. ¿Lo sabías?

JEFE.  No me vengas otra vez con toda esa mierda de la legalidad.  Cuando te hiciste abogado sabías que a veces tienes que ayudar a que ganen los malos.  Eso te lo enseñaron en la facultad, ¿no?

PÉREZ.  Pero mi cliente no es ese cabrón.  Se da la circunstancia de que yo soy el abogado de esa pobre mujer violada.

JEFE.  Qué ingenuo eres.  ¿No te ha chocado que una mujer así, que no tiene ni dónde caerse muerta, pueda pagar los servicios de un bufete como el nuestro?

PÉREZ.  Es un caso de interés humano, me dijisteis que lo habíamos cogido siguiendo las directrices cristianas de los jefazos.

JEFE.  ¿Y tú te lo tragaste?  No jodas.

PÉREZ.  Me extrañó, pero, ¿por qué no?  Los jefazos son tan religiosos que...

JEFE.  Nuestro cliente es el tipo.

PÉREZ.  ¿Qué?

JEFE.  El pez gordo.  Recurrió a nosotros para asegurarse de que el caso no seguía adelante.

PÉREZ.  Pero podemos sacarle mucho dinero...

JEFE.  No.  No es cuestión de dinero.  Hay cosas mucho más importantes que el dinero.

PÉREZ.  Me habéis utilizado...  ¿Por qué?

JEFE. Porque eres el mejor, el más luchador.  Has convencido a esa mujer de que podía confiar en nosotros, que no le íbamos a fallar.

PÉREZ.  Qué hijos de puta.

JEFE.  Lo has hecho muy bien.  No lo estropees ahora.

PÉREZ.  Esto no se hace.

JEFE.  Venga, hombre.  Te compensaremos.

PÉREZ.  No puedo hacerle esto a esa mujer.

JEFE.  Ella se lo ha buscado.  Íbamos a ser generosos, le íbamos a dar mucho dinero.  Pero ella quería... no sé como decirlo... venganza... 

PÉREZ.  Justicia.

JEFE.  Bueno, todos queremos justicia, pero el mundo es como es. 

PÉREZ.  Justicia.

JEFE.  Y tú no lo vas a cambiar.

(Silencio)

JEFE.  Créeme, si pierdes este caso, saldrás ganando.  ¿Qué dices?

PÉREZ.  ¿Puedo elegir?

JEFE.  (Rompiendo uno a uno los contenidos, los informes y las pruebas del dossier) No.  Me temo que no.

PÉREZ.  Entonces, ¿por qué me preguntas?

JEFE.  Por cortesía.  Ya me conoces.  Soy un caballero.

PÉREZ.  Ya te conozco.

JEFE.  Eh, no lo digas con ese tono.  No creas que tú eres mejor que yo.

PÉREZ.  Me estáis obligando a hacerlo, pero yo  no soy así.  Tengo principios.

JEFE.  Lo acabas de demostrar.

PÉREZ.  Eres un…

JEFE.  Tranquilo hombre.  Ten paciencia, que seguro que sí, llegará un día en el que cambiarás el mundo tú solito.  Pero hoy no, hoy deja el puto planeta girar en paz, sin sermonear al pez gordo que se come al débil.  Permite que la naturaleza siga su curso, al menos por un día más, si no te importa.   

PÉREZ.  Me importa, pero, no puedo hacer nada…

JEFE.  Salvo disfrutar de tu flamante ascenso, amigo…  ¿Ves?  Por fin un final feliz.

No hay comentarios:

Publicar un comentario